La Organización Mundial de la Salud afirma que cada año se producen más de 500.000 muertes por enfermedades cardiovasculares, las cuales están relacionadas directamente con el consumo de las grasas trans, tales como las que tienen las patatas fritas de bolsa.

Con tal de acabar con esto, la OMS ha realizado un llamamiento en que quiere terminar con las grasas trans en los próximos cinco años. Con tal de llevar a cabo este proyecto, han creado una nueva guía que ayuda a lucha contra las grasas trans, las cuales se generan cuando un alimento está muy procesado.

Esta guía que ha creado la OMS tiene como nombre REPLACE, y su objetivo principal es que todos los países tomen conciencia de la gran importancia que tiene terminar con este tipo de alimentación, y de esta forma, pretende eliminar las grasas trans de la dieta de todos estos países.

Cada letra de la guía REPLACE marca una de las seis estrategias que la entidad pida que los distintos gobiernos de los países pongan en marcha: La “RE” hace referencia a la revisión para que se analicen las fuentes dietéticas de las que dispone las grasas trans producidas por las industrias. La letra “P” quiere incentivar que los gobiernos promuevan esta iniciativa reemplazando las grasas trans de la industria actual por alimentos más saludables. Por su parte, la letra “L” hace referencia a la legislación, es decir, el poder que tienen los distintos gobiernos para implantar las medidas que se deben tomar con tal de acabar cuanto antes con el consumo de grasas trans.

¿Dónde se encuentran las grasas trans?

Los productos y alimentos que más grasas trans contienen son aquellos que han sido elaborados por la industria, ya que a causa de los componentes que lleva, su consumo se puede alargar mucho más que en los productos frescos.

De esta forma, podemos encontrar grasas trans en grasas vegetales endurecidas, como la margarina, y a menudo están presentes en aperitivos, alimentos horneados y en los fritos, tales como las patatas fritas de bolsa.

La OMS pretende acabar con todos estos alimentos pero dejando claro que se pueden utilizar alternativas más saludables que no afecten ni al sabor ni al coste de los alimentos. De esta forma, podríamos seguir comiendo este tipo de productos pero de forma que no sean tan perjudiciales para nuestra salud.

Bienestarlife

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